El Vaticano y el juego: una apuesta global
La inesperada partida del Papa Francisco a los 88 años ha dejado un vacío en el Vaticano, generando una ola de especulaciones sobre su sucesor; más allá de las oraciones y los homenajes, un peculiar mercado ha surgido: las apuestas sobre quién ocupará el sillón de San Pedro
El mundo observa con atención la sede vacante en el Vaticano, un evento que trasciende las fronteras religiosas y despierta el interés de un sector poco usual: las casas de apuestas. La elección del próximo Papa, un proceso envuelto en misterio y tradición, se ha convertido en un acontecimiento con cuotas en las principales plataformas internacionales.
Gigantes de las apuestas como William Hill, Bet365 y Paddy Power ya ofrecen sus pronósticos, generando un mercado de apuestas inusual pero legal en muchas partes de Europa. La incertidumbre del cónclave, ese encuentro secreto de cardenales, alimenta la especulación y la posibilidad de una sorpresa.
Entre los nombres que figuran con mayor probabilidad, según las cuotas, destacan:
- Cardenal Marcello Semeraro (Italia): Con una cuota de 2.50, este cardenal de 76 años, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, se presenta como una opción conservadora con amplia experiencia en el seno de la Iglesia. Su perfil bajo podría ser una ventaja en el cónclave.
- Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga (Honduras): Con una cuota de 3.50, este cardenal de 80 años, destacado por su trabajo en la justicia social, representa una opción progresista y podría atraer a un sector amplio del colegio cardenalicio.
Otros cardenales con posibilidades, aunque con cuotas más altas, incluyen al Cardenal Gerhard Ludwig Müller (Alemania), conocido por su firmeza doctrinal, y al Cardenal Blase Cupich (Estados Unidos), un pastor reconocido por su postura conciliadora. Sus cuotas reflejan una probabilidad menor para las casas de apuestas, pero no los descarta de la posibilidad de ser elegidos.
La tradición de apostar por el nuevo Papa es una muestra del impacto global de este evento. El misterio que rodea el proceso de elección, el peso de la historia y la incertidumbre del resultado, alimentan esta práctica, convirtiendo al cónclave en algo más que una reunión religiosa: un acontecimiento global con implicaciones inesperadas.