El gusano barrenador se dispara un 32% y se acerca al centro del país

Los números no mienten: algo está pasando con el ganado en México. Mientras el calor aprieta en el norte, una vieja amenaza reaparece con fuerza, arrastrando consigo tensiones diplomáticas y pérdidas económicas que ya se sienten en el campo; los últimos reportes oficiales pintan un escenario que preocupa a productores y autoridades por igual

El gusano barrenador se dispara un 32% y se acerca al centro del país

El brote del gusano barrenador en México ha escalado a niveles de epidemia, con un total de 6,703 casos de infestación confirmados hasta el 13 de septiembre, lo que representa un aumento del 32% respecto al periodo anterior, según datos exclusivos del Senasica.

La plaga, que se originó en noviembre del año pasado, muestra patrones de avance preocupantes. El sector más afectado es el bovino, con 5,258 casos. Sin embargo, la situación se ha vuelto crítica en la frontera sur: Chiapas es el epicentro de la epidemia, concentrando 3,474 animales infestados. Además, Oaxaca casi duplicó sus cifras en un mes, pasando de 453 a 744 casos.

El riesgo se ha extendido al centro del país, con Puebla reportando sus primeros cinco casos confirmados. El estado de Veracruz también sufrió un incremento dramático, con los casos disparándose de 252 a 476 en un mes.

Tensión fronteriza y riesgo de desastre histórico

La magnitud de la epidemia está generando tensiones con Estados Unidos. Desde mayo, Washington mantiene cerrada su frontera al ganado mexicano argumentando que las medidas sanitarias implementadas son insuficientes para contener el parásito. Un caso confirmado en Nuevo León a mediados de septiembre, aunque atendido de inmediato, avivó las sospechas en el país vecino.

Aunque las pérdidas económicas aún no están cuantificadas, los reportes iniciales señalan que productores han tenido que sacrificar hatos completos. El mapa de contagios dibuja un avance constante hacia el norte, lo que incrementa la preocupación de las autoridades, quienes buscan evitar una repetición del desastre ocurrido en la década de los 70, cuando Estados Unidos tardó cuatro años en controlar la plaga.