Del Uber al Big Show: La Ascendente Historia de J.C. Escarra
La vida, a veces, nos presenta curvas inesperadas, giros que jamás habríamos imaginado. Piensa en eso, en cómo un camino planeado puede desviarse hacia otros senderos, llenos de experiencias que, aunque a primera vista parezcan obstáculos, terminan forjando el carácter y abriendo puertas insospechadas

Desde la cabina de un Uber, con el Yankee Stadium a la vista, J.C. Escarra reflexionaba sobre su carrera. El rugido de la multitud, un eco distante, contrastaba con el silencio del tráfico. Su sueño, el béisbol de Grandes Ligas, parecía un recuerdo lejano, un sueño roto tras su despido de Baltimore en 2022. A sus 29 años, la realidad era cruda: un trabajo de Uber en su Lexus rentado y la necesidad urgente de un nuevo rumbo.
La enseñanza, sin embargo, resultó ser un salvavidas. Impartiendo clases de arte, música y educación física en la Doral Academy, Escarra encontró un propósito renovado. Fue en la cancha de béisbol de la escuela donde su talento volvió a brillar. Ahí conoció a Adrian Santana, un joven prospecto de Tampa Bay, un encuentro fortuito que, aunque no trajo un contrato inmediato, reavivó la llama de la esperanza. Su paso por equipos independientes en Gastonia, los Toros de Tijuana y los Algodoneros de Unión Laguna, forjó su carácter y lo preparó para el desafío final.
La llamada de los Yankees, en enero de 2024, fue un giro inesperado del destino. Un contrato de ligas menores, una oportunidad de redención. Su ascenso fue veloz, desde Doble A en Somerset hasta Triple A en Scranton/Wilkes-Barre. Sus impresionantes números en la primavera (.302 de promedio, tres jonrones y ocho carreras impulsadas en 19 juegos) llamaron la atención del manager Aaron Boone. La reunión, tensa y llena de expectativas, culminó con la noticia que cambiaría su vida para siempre.
El debut en el Yankee Stadium, un momento culminante para un jugador que alguna vez condujo un Uber para sobrevivir. Pero este viaje en Uber Black al estadio no fue una señal de fracaso, sino una prueba del largo camino recorrido. Un camino que inició con la incertidumbre de un trabajo de reparto y culminó con el logro de un sueño casi imposible, un triunfo que resuena con la fuerza de la perseverancia y la pasión por el béisbol. Un final, por ahora, escrito con letras de gloria, pero con un capítulo de aprendizaje y superación que nunca olvidará.