Lila Downs rinde homenaje a su esposo
La cantante presentó su gira Dos Corazones en el Auditorio Nacional
CDMX
Tiene algunos años que Lila Downs decidió compartir la celebración del Día de Muertos con sus fans a través de un concierto.
Sólo que su último show fue diferente. Fue la primera vez que compartió al público una de las pérdidas más fuertes que ha sufrido en la vida, la de su exmarido Paul Cohen, quien falleció en diciembre del año pasado.
Previo a su salida al escenario del Auditorio Nacional, en el que presentó su tour Dos corazones, a un costado del escenario, montó una ofrenda para su expareja. Una fotografía de él lució en el centro, adornada con papel picado, calaveras de papel maché y cerámica, comida, jarritos y hasta su saxofón, todo enmarcado con flores de cempasúchil, que colgaban a los alrededores.
La tarima, adornada también con múltiples ramos de temporada naturales y de terciopelo, hojas de maíz, en medio de humo seco y luces azules, la recibió en una atmósfera mística a las 20:40 horas.
Lila apareció cubierta por una capa de varitas de plantas secas, que se quitó hasta colocarse en medio del recinto. “¡Buenas noches, mi México!”, saludó.
Lució un vestido largo con holanes negros, botas y trenzas que colgaban hasta debajo de su cadera. Arribó con ojos tristes, pero con la energía a tope para entonar Clandestino.
Armada con su guitarra, su pedestal de flores y con accesorios como collares largos de semillas, hojas largas de aretes y maquillaje dorado que enmarcaron sus ojos y una cruz en la frente, la intérprete dio inicio a su celebración.
“Qué honor para mi estar en esta noche con ustedes, mi México, tierra sagrada de mi corazón. Les agradezco por acompañarme en esta noche al altar que pusimos para mi pareja del alma, Paul”, pronunció mientras se acercó al montaje. Un melancólico y doloroso encuentro con la foto de su amado.
Se alejó del espacio entonando cánticos que simulaban gemidos y haciendo una pequeña pausa, continuó con Conjuro.
Sus 15 músicos, quienes en el primer tema se mantuvieron en fila al fondo del escenario, se colocaron detrás de ella, rodeándola, para hacerla sentir acompañada.
Sus compañeros, al igual que ella y múltiples asistentes, acudieron maquillados como catrinas, pero con tonos más coloridos, entre verdes, azules y naranjas.
“¡Bravo, Lila!”, “¡Te queremos, Lila!”, le gritaron múltiples fans como muestra de apoyo. Agradeció con las manos al pecho, sonriendo y enviando besitos.
Con temas como Fuiste feliz y La curación, el show tomó fuerza, sobre todo cuando la cantante interpretó Toda la noche, canción que comenzó escribiendo para sus hijos y al final fue dedicado a su difunto Paul, y con el que previno que se venía un momento para llorar tantito.
Lo que comenzó como una noche de duelo se tornó en una fiesta a la que se sumaron bailarines con enérgicas coreografías lideradas por Lila, quien no dejaba de zapatear, mover la cadera y girar una pañoleta, animando a su público en todo momento a través de Mandimbo.
Tras una pequeña pausa, en la que cedió el espacio al músico sonorense Isaac Montijo, quien puso a bailar a una audiencia, desde niños hasta adultos mayores, en su mayoría vestidos como catrinas y con trajes típicos, chalinas, guayaberas y ponchos con bordados tradicionales, la cantante regresó para la segunda parte de su espectáculo.
Vas de salida, Tortolita y Ni maíz, resonaron por el lugar y en medio de visuales coloridos con arte de grabados y collages muy adecuados a la creatividad que la cantante siempre presenta en sus proyectos.
Para el complemento, la oaxaqueña apareció con look de vaquera: camisa blanca, falda de piel y tiritas que colgaban hasta sus pies, atuendo que acompañó con tejana y botas con brillos plateados, que combinó con collares gruesos y medallones plateados.
En medio de su espectáculo, la estrella fue interrumpida por un fan, quien le obsequió una María. La muñequita que llegó hasta Adele en Las Vegas, ahora le fue entregada a Lila. Es el equivalente lo que fue, o todavía se acostumbra, con la caracterización de los Dr. Simi de peluche.
Downs recibió a dos invitadas de honor: Amandititita, quien se unió a ella para entonar su himno de empoderamiento Solita solita, la hija de Rockdrigo apareció con un enorme vestido de tul rosa fosforescente y el cabello trenzado, que combinó con mechas amarillas; ambas culminaron el número en un tierno abrazo.
Sara Curruchich fue la segunda invitada, quien arribó con toda la energía para entonar Cumbia del mole. Las dos cantantes intercambiaron distintos grititos de celebración durante un número con el que impregnaron de alegría el recinto y cuyo set cerró a ritmo de Mezcalito, en el que la cantante brindó con traguito en mano junto a su audiencia, dando el sorbo directamente de la botella.
Probando que la única forma en la que la cantante sabe curar las penas es a través del baile y el canto, su concierto culminó con ambas cosas a tope.
Primero con clásicos como Cruz de olvido y La llorona, con los que puso a cantar a todos.
Después, Viene la muerte y Son del chile, un par de cortes para abandonar las aburridas butacas del Coloso de Reforma.
Así se fue transformando su ritual de sanación en una fiesta. Esa noche abundó la felicidad y el cariño. Y si bien se tenía planeado cerrar con Zapata, al final, Lila se decantó por Cariñito, el número que cerró con la velada con un abrazo comunitario, con el que comprobó que nunca estará solita.