Sheinbaum se opone a intervención militar estadounidense en México
La relación entre México y Estados Unidos siempre ha sido compleja, una danza diplomática con momentos de tensión y cooperación; en días recientes, la conversación se ha centrado en la seguridad fronteriza y la lucha contra el narcotráfico, temas que afectan profundamente a ambos países

Un debate tenso se desató tras la nominación de Ronald Johnson como embajador de Estados Unidos en México. La controversia surgió no por sus credenciales, sino por sus declaraciones ante el Senado estadounidense, donde insinuó la posibilidad de intervenciones militares contra cárteles mexicanos. Esta afirmación, aunque matizada posteriormente, encendió las alarmas en México.
La respuesta del gobierno mexicano, liderado por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, fue inmediata y categórica. En una declaración pública, Sheinbaum rechazó rotundamente cualquier posibilidad de intervención militar estadounidense en territorio mexicano, enfatizando la importancia de la soberanía nacional y la cooperación basada en el respeto mutuo. “La soberanía de México no es negociable,” afirmó la Presidenta, recalcando la necesidad de una estrategia conjunta contra el narcotráfico que priorice la colaboración y la confianza, no la imposición.
Sheinbaum delineó los principios rectores de la relación bilateral:
- Una cooperación basada en la confianza mutua y el respeto recíproco.
- El establecimiento de límites claros en la colaboración bilateral, evitando cualquier injerencia en los asuntos internos de México.
- El irrestricto respeto a la soberanía mexicana como pilar fundamental de la relación.
- Una estrategia integral contra el narcotráfico que priorice la coordinación efectiva y el intercambio de información.
Si bien el gobierno mexicano reconoce la necesidad de abordar el problema del narcotráfico, la presidenta Sheinbaum dejó claro que cualquier solución debe respetar la soberanía y la integridad territorial de México. La pelota, por lo tanto, queda en la cancha del gobierno estadounidense para demostrar su compromiso con una relación respetuosa y colaborativa, y no con una imposición de fuerza.
El futuro de la relación bilateral se presenta como un delicado equilibrio entre la necesidad de combatir el crimen organizado y el respeto irrestricto a la soberanía nacional. El éxito de esta relación dependerá de la capacidad de ambos países para encontrar un terreno común que priorice la cooperación en lugar de la confrontación.