Caminan peregrinos más de 90 kilómetros para pagar sus mandas
Cada año, miles de peregrinos caminan alrededor de 90 kilómetros de camino entre Nogales y Magdalena, para cumplir con su “manda”
Nogales, Sonora.
Cada año, miles de peregrinos caminan alrededor de 90 kilómetros de camino entre Nogales y Magdalena, para cumplir con su “manda” la cual, de acuerdo con la cultura regional, se refiere a un favor dado por San Francisco Javier y solo tiene una manera de sanarse, y es por medio del sacrificio personal y la devoción de sus cobijados.
Antes de lo contemporáneo, debemos de saber los orígenes del jesuita más conocido por los sonorense del norte, es decir Eusebio Kino, nacido con el nombre de Eusebio Francesco Chini en 1645 en Segno, Italia, el apodado por los locales como Padre Kino, falleció en 1711 en la ciudad de Magdalena, Sonora, (hoy conocida como Magdalena de Kino).
El padre Kino, se dice fue además de un ferviente evangelizador, un explorador, cartógrafo, astrónomo, matemático, agricultor, ganadero, organizador social y sobre todo un amante de la naturaleza, por lo que, desde sus primeros viajes por Sonora, tuvo una gran afinidad por el estilo de vida de los indio Pima, nativos de la que ahora se identifica como Pimeria Alta, que comprende el sur de Arizona y norte de Sonora.
De acuerdo con historiadores de la época, la leyenda por la cual ahora muchos emprenden el viaje de redención que se apoda como “camino sagrado” se dio meses antes de su muerte en 1711, cuando el Padre Kino, viajaba por el desierto de Sonora, con una figura de San Francisco Javier, que tenía la intención de llevar como parte de las deidades que formarían la iglesia de San Javier del Bac en el vecino estado de Tucson.
En su recorrido, cayó enfermo en la ciudad de Magdalena, por lo que una comitiva de nativos de San Javier en Arizona, al saber de esta noticia, viajaron hasta donde se encontraba el religioso enfermo, solo para enterarse de que había fallecido días antes, por lo que, con mucho esfuerzo, levantaron la imagen, ritual que se realiza hasta estos días y la llevaron al sitio originalmente designado y donde se encuentra hasta estos días.
Muchos mitos rodean este relato que confirman algunos antropólogos, etnógrafos y estudiosos de las raíces culturales de todos estos comportamientos, inclusive en algunas de las historias de la tribu Tohono O´odham, se habla de que el recorrido era mucho más cercano a la costa, ya que los nativos usaban las aves marinas como un indicador de que iban por el camino correcto y esto se ha confirmado ya que es costumbre cantar canciones sobre estas aves y recoger sal, del mar de Cortez en la misma temporada.
Sin embargo, la costumbre que conocemos hoy como la caminata a Magdalena comenzó en el siglo 18, principalmente por las tribus Pima, Mayos, Yaquis y Tohono O´odham, la cual culmina con demonstraciones de las culturas en la plaza principal frente a la iglesia de Santa María Magdalena.
El viaje no solo es una manda, para muchos significa el proceso de renovación del ser humano, ya que el caminar por un propósito divino conecta a las tribus nativas con la divinidad, así como el celebrar la vida y las cuestiones cotidianas que pueblan nuestros días, por lo que este continua a través de las generaciones.
En este recorrido, se representan también la forma en la que los mexicanos aceptamos y formamos parte de las creencias y tradiciones de las tribus originarias, ya que si bien comenzó con una caminata de nativos, ahora es un evento multicultural que encierra una profunda conexión espiritual, el conocimiento de una comunidad y el ánimo de celebración por el que somos conocidos como país, ya que mientras algunos bailan con la banda, otros descansan en la plaza y algunos más llegan hasta la capilla del santo, para levantarlo y saber si cumplieron o no con su manda, por lo que si tiene la fortuna de poder “alzarlo” significa que tu deuda termino y si por alguna razón no lo haces, hay que prepararse para caminar los 90 kilómetros el próximo año.